jueves, 20 de octubre de 2011

System of a Down en México


En tiempos donde la ironía de un “sistema a la baja” arroja con éxtasis el birrete al cielo y se gradúa con honores, la banda de rock que todo lo profetizó desde Glendale, California, está a punto de subirse al escenario. Hay una manta inmensa que todo lo cubre y todo lo muestra: lo ansiado y lo anunciado. Dice “System of a Down” y es la razón por la que llevo dos horas meciéndome en un remolino de carne, huesos, melenas, tabaco, cerveza y marihuana. Estoy en el mosh pit del Palacio de los Deportes de la Ciudad de México. Es de noche en el miércoles 28 de septiembre de 2011.
“Vale la pena”, me repito a son de mantra. Por SOAD bajaría con gusto a las mazmorras del Hades y radiante pediría reenganche. Y más si se trata del primer concierto en Latinoamérica para la historia de la banda integrada por Daron Malakian, Serj Tankian, Shavo Odadjian y John Dolmayan, la misma que desde 1995 aprovechó sus raíces armenias para mezclar aquel sonido eurasiático con la rabia de la cultura yankee. Luego de un receso de cinco años, ahí está la manta. Atrás de ella, un escenario. Y se divisa la sombra de un tipo con sombrero y melena larga.

System ha decidido iniciar como en todos los conciertos que ha realizado desde su regreso a mediados del presente año: con la canción que da apertura a “Toxicity” (2001), el disco que los lanzó a la fama mundial; y la canción que toca el tema de la sobrepoblación penitenciaria en Estados Unidos. Algo familiar. ¿No? Y es que System of a Down no es una banda corriente. Hablan de política y lo hacen con los sesos bien puestos.

El intro de “Soldier Side” liberó a los demonios de “B.Y.O.B.”. Entramos al territorio de “Mesmerize”. Las iniciales que con sarcasmo hacían referencia a “Bring Your Own Bombs” (trae tus propias bombas) no desentonaron. Respirar era un lujo para los habitantes del Nagasaki chilango que la canción había liberado. ¿El menú? Codazos, cabezazos, gritos histéricos y melenas giratorias. En tal estado no hay reglas de etiqueta y la lógica opta por suicidarse. Ves a niñas del cole que aguantan estoicas la faena del slam y le abren espacio a rudos corpulentos que, humillados, escapan de las golpizas, cual ovejas trasquiladas. Y System no para nunca. Es rola tras rola. Si vas a morir en el slam, morite con dignidad.

En un concierto de SOAD existe un libreto que no respeta los códigos del músico-celebridad. El vocalista Serj Tankian, por ejemplo, no pierde tiempo dando mucho discurso. Como tampoco pierde mucho tiempo con eternos solos de guitarra el principal compositor de la banda, Daron Malakian, quien incluso baila como un chimpancé amanerado y por momentos finge tener sexo con el micrófono.

Entre las pocas palabras fuera del libreto que Serj Tankian lanzó a los 20,000 tímpanos destacó un saludo en spanglish curtido en las esquinas de East LA (¿qué pasó, México?) y un discurso escueto para presentar a dos de sus canciones políticas más relevantes. “Estamos cansados de gente que se aprovecha de otra gente, cansados de la ocupación territorial en el mundo”, dijo antes de presentar “Holy Mountains” y “Tentative”.

El concierto dejó también algunos detalles para los historiadores. Por ejemplo, Daron le dedicó la canción “Suite-Pee” a Shavo debido a la reciente paternidad del bajista. SOAD también regaló canciones que no suelen ejecutar con regularidad en sus conciertos: “Innervision” y “Mind” sonaron por primera vez desde 2004, mientras que “Viciniti of Obscenity” sonó en vivo por segunda vez en toda la historia.

No podían faltar tampoco los grandes éxitos de la banda: “Chop Suey!”, “Toxicity” o “Lonely Day”. Con esta última finalizó un concierto que por 105 minutos le succionó la energía a una ciudad que ya anhelaba la presencia de una de las mejores bandas de rock del mundo en el que hemos habitado los últimos 20 años.
System Of A Down Logohttp://www.laprensagrafica.com/fama/espectaculos/222918-system-of-a-down-en-mexico.html

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